En navidad queríamos ir a la playa, a alguna playa diferente, muy mexicana, relajada y con buen clima. Pensé en la costa de Oaxaca. No fue decisión fácil porque México está lleno de playas así, pero a Oaxaca podíamos llegar rápido, en coche y podíamos hacer un alto en la ciudad para que el güero conociera.
Oaxaca
El 26 de diciembre tempranito salimos a la ciudad de Oaxaca, llegamos a comer, comimos en la Zandunga, un restaurante precioso en el centro de la ciudad, a una cuadra del convento de Santo Domingo, con comida istmeña, deliciosa. Los molotes de plátano son imperdibles y por supuesto la gran variedad de mezcales no podría faltar (una de las tantas razones por las que quisimos ir a Oaxaca). Por la tarde caminamos por la ciudad, entramos a las iglesias que pudimos y paseamos por el mercado 20 de noviembre (un obligado en la ciudad), no teníamos plan ni horario. Disfrutamos la tarde oaxaqueña al máximo y aprovechamos para tomar algunos mezcales más en El Expendio Tradición.
Al día siguiente, despertamos con calma, con mucha calma y fuimos a Monte Albán. Había muchísima gente. No me gusta nada ir a lugares turísticos llenos, pero eso me pasa por viajar en vacaciones. Las vistas son hermosas y una vez que pasas la fila de la entrada, el lugar es lo suficientemente amplio como para no tener que pisar a los turistas.

Presupuesto desde la CDMX para ir a Oaxaca:
- Casetas: $482
- Gasolina: $800 aprox.
Mazunte
Al día siguiente, nos alcanzó una amiga (Tania) y nos fuimos a Mazunte. ¡Vaya carretera!, la pobre de Tania venía un poco enferma del estómago y la carretera no fue nada buena con ella. Se mareó, vomitó, se volvió a marear y la verdad es que no la culpo, es un trayecto muy complicado. ¡Menos mal que el güero manejó! Después de 6 horas de curvas (hermoso camino), pero curveado y de varias paradas para tomar aire… llegamos a uno de los paraísos que tiene México… Mazunte. 27 de diciembre 23ºC, playa, vacaciones, novio, amigos, ¿qué más se puede pedir?.
Pasamos 3 días en Mazunte, comiendo delicioso, bebiendo increíble y con los mejores atardeceres que se pueden pedir para terminar el año. Punta Cometa es conocida por tener unos atardeceres espectaculares, los vimos, vale muchísimo la pena pasar por ahí y suspirar varias veces antes de regresar a la vida real.
En Mazunte nos quedamos en la Posada Saguaro ($1,200 la noche en habitación para 4), tienen un restaurante abajo con unos arroces y uno tacos estilo Baja espectaculares, también comimos rico en el Alessandro, un restaurante italiano con chorizo auténtico de Italia hecho en Mazunte (eso nos dijo el mesero). Nuestros desayunos en la Posada del Arquitecto fueron siempre una gran opción.
Tuvimos la suerte de encontrarnos con un restaurant nuevo sobre la 175 (la carretera que llega a Mazunte), al lado del restaurant Tania. Nos atendió la hija del dueño/cocinero que de verdad fue una dicha conocer. La niña tenía 8 años y mientras jugaba con sus muñecas nos pedía la orden y le avisaba a su papá lo que queríamos. Nos describía los platillos con un detalle inimaginable y nos describía las porciones enseñándonos los platos en donde las servían. El lugar era de comida árabe (falaffel, ensaladas, e iban a haber hookahs, pero hasta la siguiente semana), ¡Vayan! cenamos delicioso y el trato es inigualable.
En Mazunte sentimos que los locales están hartos de tanto turista (sobretodo en la playa) pero en ese lugar nos sentimos muy bien.
Después de 3 días en Mazunte, Tania, el güero y yo nos fuimos a ver a Alejandro a Puerto Escondido.
Puerto Escondido
Y llegamos a Puerto Escondido…. Está a hora y media de Mazunte, sin curvas, sin problemas, sin vómitos.
Como yo fui la “organizadora oficial del viaje navideño” me tocó buscar los hoteles. Año nuevo siempre es una fecha complicada y aunque empecé a buscar con tiempo, no tuve muchas opciones. Encontré “algo”, la descripciòn decìa que eran 2 foutones, el “lugar” estaba demasiado barato para la zona, pero sus calificaciones eran buenas. Lo comenté con el güero, dijo que nos podíamos quedar donde fuera, que no importaba y yo, le hice caso y después de preguntar con varias personas como llegar al “Hostal” llegamos… ¡jajajaja! reservé 2 lugares en una casa de campaña (que no tenían) y que iba a estar enmedio de otras 6 casas de campaña en un espacio de 15 mts cuadrados. El lugar estaba super bien para mochileros, con 20 años menos que nosotros. La gente del hostal MUY amable, pero después de varias miradas intentando no reir ni llorar, nos tomamos una cerveza y le llamamos a Tania para ver si por su zona podíamos conseguir algo. Mientras tomábamos la cerveza, el chavo que atendía el lugar cantaba canciones de Andrea Bocelli, y cantaba ¡super bien!.
Tania nos dijo que después de mucho buscar consiguió un cuarto en un hotel cerca del suyo, que se llamaba Hotel Villa Mexicana, que ya había hablado con la persona en la recepción y que nos estaba esperando. (Gracias Tania!).
Llegamos al hotel, enfrente del mar, muy bien ubicado, el hotel se veía bien, la fachada recién pintada y se notaba que era de 1970 (casi todo Puerto Escondido es así), nos llevaron al cuarto y ¡oh sorpresa! creemos que era el cuarto que nunca daban porque el escusado no tenía tapa, muchos mosaicos del baño estaban en el piso, y la tele…. y a la tele mejor no la tocamos. Las camas estaban cómodas. Nos reímos muuuuuucho, y no podíamos hacer nada más que aguantarnos. No habían cuartos disponibles en ningún lado un 31 de diciembre, entonces apechugamos y nos quedamos. Fue una gran decisión, tendremos algo de qué reirnos para siempre.
Tania se quedó en el Selina, (desde $24 USD la noche en dormitorio compartido) GRAN lugar. Está ubicado muy bien frente al mar, en la zona de hoteles, restaurantes y bares, tiene una alberca (algo poco probable en esa zona) y un bar maravilloso (no se pierdan los “Ojos Rojos”).
El güero y yo estuvimos visitando playas fuera de Puerto Escondido, Alejandro se quedaba en Punta Zicatela, y lo fuimos a ver. Nos sentimos en Tailandia (nunca he estado, pero las calles sin asfaltar, llena de surfers, con bares y restaurantes a los dos lados, y muchos árboles me pareció que era Tailandia), la playa, la calle principal, los bares, los restaurantes, el ambiente. Tania también sentía que estábamos en Tailandia, pero sin haber que volado tanto. Cenamos, obviamente en un Tai, el Lychee Thai Food fue una gran elección, el pad thai estaba buenísimo (consejo, no se siente cerca del asador, porque el humo molesta mucho).
Pasamos año nuevo en Puerto. Cenamos en el Selina y después de la cena nos fuimos a una de las tantas fiestas que habían en la playa. Eran como pequeñas bodas por todos lados, ¡muy divertido!

Unos de los días en que estuvimos en Puerto, nos quisimos ir a visitar distintas playas. Caminando por las piedras, bordeando el mar fuimos cambiando de playas. Llegamos a algunas, Puerto Angel y Playa Carrizalillo, las mejores. Aunque NO, repito NO intenten ir en temporada alta… aquello era un caos. ¡De todas maneras la pasamos super bien!
Chacahua
Dejamos a Tania y a Alejandro en Puerto Escondido, y seguimos nuestro camino al Parque Nacional Lagunas de Chacahua, ¡wow!, está a una hora y media de Puerto Escondido, todvía sobre la costa de Oaxaca. Hay que llegar en lancha desde El Zapotalito, en donde si llegas temprano, puedes agarrar una lancha colectiva, y luego un colectivo ($80 pesos) y llegar a Chacahua. Y si llegas tarde, como nosotros, porque nos quedamos a ver un partido de la Premier League (tengo novio inglés), tendrás que tomar una lancha privada ($600 pesos) y fue una grata experiencia. (hasta las 5:00 pm hay forma de transportarse hacia la isla),
Lo que yo les pueda decir del lugar, es poco. Hay lagunas y hay mar, hay olas y hay calma. Hay surfers y hay muchos bares, restaurantes, paz, calma (poca luz) no hay ningún hotel grande para ir a contaminar y muchas cabañitas y tiendas de campaña, además de hamacas para pasar la noche (paraíso terrenal). Hemos tenido serias conversaciones acerca de volver para allá y pensar en pasar largas temporadas, en un futuro, ¡calma!


Nos quedamos a dormir en las Cabañas de Don Hermilio, ($400 la noche) GRAN lugar. Son cabañas a 100 metros del mar, con baño/regadera, mosquitero, ventilador y una hamaca. El güero descubrió su amor por las hamacas en Chacahua.
La vida en Chacahua termina temprano, pero no por eso no hay cosas que hacer, se pueden tomar mezcales en algunas palapas.
Por problemas de falta de efectivo, no pudimos ir a ver la Bioluminiscencia (¡cuidado!, en Chacahua no hay cajeros automáticos y nadie ¡nadie! acepta tarjetas). Hay que ir hasta Puerto Escondido por dinero. Dicen que es un lugar mágico, tendremos que volver.
Otra recomendación importante, es que vayan bien en provisiones, no hay muchos comercios en el pueblo y conseguir medicinas puede resultar toda una travesía. Lleven antisépticos, antistamínicos, aspirinas, repelente para los mosquitos, bloqueados y cremas por si se arden.
El último día regresamos a México (son 8 horas) hay que ir hacia Pinotepa Nacional luego tomar la carretera costera a Acapulco y de Acapulco a México, por favor, no tomen esa carretera de noche, está muy sola y hay zonas en donde no está bien pavimentada.
Fueron una super vacaciones navideñas, muy cálidas, llenas de arena, olas, mezcal, amigos, hamacas y ¡cocos!