Volvimos a Damasco, y llegó un amigo de mis amigos, nos mandaron a viajar juntos, conocí el sur de Siria con él. Fuimos a Bosrá, un teatro romano impresionante. En la ciudad en la que unos años después empezaron las manifestaciones que hundirìan por años a Siria en una guerra.
Después viajamos en camioneta hasta el Crac de Chevalier, un castillo de la época de las cruzadas arriba de una montaña. ¡Nunca me imaginé ver algo así en mi vida!
Amman
Luego viajamos a Jordania, los 4 juntos; para mí, Jordania no tiene nada que ver con el Medio Oriente. En Amman se encuentra cualquier cadena de restaurantes que te podrías encontrar en EUA.
La gente parece muy occidental en su forma de ser, algo que no sucede en Damasco. Cenamos con unos amigos de Francisco y podríamos haber estado cenando en cualquier otro país occidental.
Me acuerdo muy bien del shock en el que entré cuando uno de los amigos, un palestino, nos dijo que nos iría a dejar al hotel. El hombre era guapísimo, me hizo romper muchos estereotipos que tenía acerca de los palestinos.
Para empezar, Issa era cristiano, muy guapo, no tenía ningún pedazo de tela amarrado en la cabeza, ni hablaba gritando, hablaba perfecto inglés y además, nos llevó al hotel en un ¡Audi 5 nuevesito!.
Yo, acostumbrada a ver en la tele el conflicto árabe israelí, desde el punto de vista occidental, siempre los árabes siendo los malos, gritando, levantando los brazos al hablar y siempre siendo pobres.
Me dio mucho gusto darme cuenta de otra realidad, hay de todo en todas partes y conocer a Issa me abrió muchísimo la cabeza. Siempre es bueno conocer diferentes realidades, personas y romper estereotipos que tontamente tenemos por no investigar más.
Petra
Fuimos Carlos y yo a Petra en la noche http://www.petrabynight.jo/… llegamos. Nos guiaron con velas a un espacio abierto en medio de Petra en donde nos sentaron mientras beduinos tocaban música.
Caminar por Petra de noche fue increíble, pero lo que nunca olvidaré fue que esa noche, hubo lluvia de estrellas.
No sabíamos nada, ni planeamos ir en ese día, pero pocas noches han sido tan especiales como esa. Lluvia de estrellas, enmedio del desierto, en Petra. Fue una experiencia inigualable.

Al día siguiente volvimos, ya de día, primero hay que caminar un buen tramo. Carlos soñaba con entrar como Indiana Jones al “Tesoro” en caballo. Conseguimos un par de caballos y en lugar de caminar hasta la entrada, cabalgamos.
Casi al llegar a la entrada de Petra nos bajaron del caballo y nos cobraron. No pudimos entrar como Indiana Jones. Eso nadie te lo explica cuando les vas a pagar. El negocio del turismo es así. No nos quisieron explicar mucho para no perder al cliente.
Entramos caminando, pero al llegar y ver el “Tesoro” se te olvida que no pudiste ser Indiana Jones y que eres un simple mortal parada enfrente de una belleza. Caminamos por Petra, subimos unos montes. La vimos desde arriba, paseamos, recuerdo que el calor era insoportable. Pero cuando estás en Petra no te quejas.
Al día siguiente Diego y Francisco nos alcanzaron querían ir a un cañón muy cerca de Petra que les habían recomendado.
Wadi Mujib
Llegamos a Wadi Mujib, nos pidieron dejar cámaras y celulares en unos lockers a la entrada pues al parecer se nos iban a mojar.
Empezamos la caminada los 4, primero sin agua, luego hay que entrar al río y subir entre piedras que son cascadas; cada paso se va haciendo más complicado. Empezamos 4 y después de la mitad del trayecto. Perdimos a dos, decidieron regresarse.
Francisco y yo seguimos, pero no estaba nada fácil la subida, en el camino nos fuimos encontrando intrépidos locales que me fueron ayudando a subir las piedras. Uno me daba la mano arriba mientras otro abajo me cargaba y entre los dos me iban subiendo.
Yo entre la risa y la preocupación seguía el camino, pero siempre ayudada; al llegar, la cascada era preciosa y yo la única mujer alrededor. Claro con semejante sobada que me acomodaron entre roca y roca era difícil creer que las locales pudieran subir.
Mis “angeles” que me ayudaron todo el camino sí llevaban cámara y nos tomamos una foto juntos, luego me la enviaron por fb. Fuimos amigos por un tiempo hasta que se fueron casando y fueron desapareciendo de la red social. (Hoy veo que ya hay sogas para subir más fácil, en mi época eso hubiera ayudado ¡muchísimo!)
De ahí nos fuimos a un hotel, era precioso, unas cabañas con hamacas a la orilla del mar muerto, un sueño hecho realidad. Sueño que se convirtió en pesadilla porque se fue la luz y no había ventiladores que sirvieran. Tuvimos que irnos a un hotel grande a pasar la noche.
El día siguiente era importante, pues ¡nos tocaba nadar en el mar muerto!”. Nadar no es el verbo adecuado, al entrar al mar muerto, la fuerza con la que te hace flotar es tan fuerte que difícilmente te pones a nadar.
Después de pocos minutos la piel te empieza a picar demasiado por tanta sal. Nos pusimos lodo del mar muerto y pasamos un muy buen día. Aunque al estar por debajo del nivel del mar, el mar muerto no es el lugar ideal para irse a refrescar del calor.